Al bajar del 35 la memoria se me agitó cachóndamente y me trajo muchas alegrías juntas.  Hacía tiempo que no volvía por aquí y todo parecía igual.  Teníamos un encuentro de amigos y creí que unos Bocados de Borraja acompañarían bien

 con un buen cava y unas risas.  El lugar era el de siempre «La Penúltima» con un Ivan orgulloso de ser feliz y un Falín a punto de jubilarse (por cascarrabias) a Asún se le oía trastear por el office entre juramentos, pero siempre con sonrisa… Los amigos empezaban a llegar, Roberto con Esther y Lorenzo con Pepa fueron los primeros y ya llevaban seis cervezas.  Al ratico Maribel y Nuria que nos traían patatas fritas con sabor a huevo frito.  También estaba Pepe que junto a Ana, la «hermana» y «mi» Mario eran los que más alborotaban, sin dejarnos a Mila y Jesús, aunque lo suyo siempre fue el baile, Araceli, las pipas y toda su troupe futbolera seguían en el banquillo y ese señor tan formal amante de la fotografía por supuesto también estaba.  Incombustibles como Ramón y el forestal a lo suyo, la Domi con toda la familia (yo he contado unos 47) y demás parroquianos, incluyendo al perroflauta de Paco y sus cortados, intentando pasarlo lo mejor posible.

Los Bocados los dispusimos en la mesa por orden de deseo, el comienzo con una tempura sobre salsa romescu y caviar cítrico con la razón de oxigenar, seguido de ahumado de esturión con borraja agridulde sobre rodaja de naranja sanguina con el fin llenar la boca de sensaciones, unas borrajas escabechadas nos abrirá la mente a lo inquieto y para acabar un milhojas de fresa & borraja frita con la intención de enamorar.  Todo eran risas y cava, transcurría todo en griterío (como siempre) hasta que Falin dijo «joercallaquevoyaponererBetis»